Fragmento de la Charla Abierta con el Hombre Medicina Navajo Emerson Jackson Sr. organizada por Runa Wasi en 2007


..."El Espíritu son ustedes. El fuego, está en usted, como Espíritu. Y el agua, es en su cuerpo, es el Espíritu. Y el aire que ustedes respiran, ese es el Espíritu. Y usted camina por sobre la Madre Tierra, ese es un Espíritu. Y de la Madre Tierra viene el alimento que alimenta nuestros cuerpos. Si ustedes entienden esos elementos, se entienden a sí mismos. Entonces, uno dice: “estoy hecho de todos esos elementos, yo soy Espíritu”.
Cuando uno muere, todo ese Espíritu que estaba en su cuerpo vuelve al lugar, vuelve a su lugar. Yo nunca escuché que el aire muera. Nunca escuché que el agua, o el fuego murieran. Si uno se entiende a si mismo como eso, luego que uno muere uno sigue dando vueltas. El agua sigue ahí, el fuego sigue ahí, y ustedes también."...

Agni

Agni, dios del fuego y dios del sacrificio, nace de nuevo cada vez que se enciende un fuego. Se trata de uno de los principales dioses védicos (de la India primitiva), pero su rol se fue limitando lentamente, siendo sus atributos asumidos por Shiva o Skanda (parido por Agni tras un breve y agónico embarazo).
Mientras el fuego de Shiva será el que arrasará el mundo hacia el final de los días, el de Agni limpiará y purificará la suciedad y los pecados del mundo. Esa es la razón por la cual en el hinduísmo se practica la cremación de los muertos.

Origen del Fuego para los Sipai

Los indios Sipai cuentan que había una vez un gran héroe llamado Kumafari el Joven, que tenía ese nombre porque era el hijo de otro gran héroe, Kumafari el Viejo, su padre.
En aquellos tiempos el buitre andaba siempre revoloteando por ahí con un tizón encendido entre sus garras, burlándose de Kumafari y su gente, porque no habían descubierto cómo hacer fuego. El joven héroe propuso entonces el robo del tizón de fuego, pero no sabía cómo podía lograrlo.
Observaba que el buitre siempre hacía lo mismo: se posaba en un árbol, dejaba el tizón entre las horquillas de las ramas y después bajaba al suelo a comer carroña. Así que el robo debía darse en un momento de descuido del ave. Kumafari intentó varias estrategias para apoderarse del fuego: una vez se hizo el muerto, otra vez se convirtió en ciervo; pero el buitre siempre desconfiaba y terminaba por descubrir la trampa. Solía decirle: ¡No me engañas! ¡Yo sé que quieres robarme!
Un día Kumafari tuvo una idea mejor. Se acostó en el suelo, extendió y hundió sus brazos en la tierra; así sus brazos se convirtieron en dos arbustos con cinco ramas cada uno, una rama por cada dedo de la mano. El buitre lo vio y pensó: -¡Esta vez Kumafari está muerto de veras y sin sus brazos no podrá robarme el fuego!- Entonces se posó en uno de los arbustos, sin sospechar que dejaba el tizón en la mismísima mano del héroe. En un segundo, el hombre cerró la mano, se levantó de un salto y huyó con el fuego.
-¡Qué vergüenza Kumafari! -dijo el ave- ¡Eres hijo del gran Kumafari el Viejo, y no sabes hacer fuego!? ¡Para tener fuego hay que poner al sol palos de uruks y hacerlos girar uno sobre otro!
-Está bien -dijo Kumafari-, ahora también sé tu secreto, pero de todas maneras me quedaré con el tizón! Así fue como el buitre perdió el tizón y los Sipai consiguieron el fuego, aprendiendo a hacerlo todas las veces que lo necesitaban.


Ferro, Beatriz: Leyendas de América: El Fuego y los Cuenta cuentos y otras leyendas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968.
“Saptapadi” o los Siete pasos alrededor del Fuego Sagrado
Durante la ceremonia de boda hindú los novios realizan juntos siete pasos  alrededor del fuego sagrado.
Prender el fuego es un aspecto muy importante en las ceremonias hindúes tradicionales ya que es el fuego el que asegura que el espíritu humano esté unido al Divino.
El fuego invoca a uno de los más importantes dioses védicos, Agni, el Dios del fuego para que sea testigo de los siete votos que hacen los novios. Así, los votos hechos frente a Agni son considerados inquebrantables.
Durante la ceremonia la novia y el novio llegan al altar como Diosa y Dios en forma humana. En muchas partes de la India la novia es considerada Lakshmi, la Diosa de la Fortuna y el novio, Vishnu, el Gran Guardián.
La ceremonia la dirige un sacerdote hindú que canta y bendice en sánskrito antiguo, como hace miles de años.
Esta ceremonia es la decimotercera de las dieciséis samskaras o ritos de pasaje que hacen los Hindúes que observan las sagradas escrituras, las Vedas. Cuando los novios hacen juntos los siete pasos, la boda hindú está legalemente terminada.
El primer paso con el primer voto es para nutrir los cuerpos y evitar todo daño. El segundo paso es para desarrollar fuerza física, mental y espiritual. El tercero es para tener riquezas y vivir en forma próspera. El cuarto paso es para vivir en armonía con amor mutuo. El quinto paso es para ser bendecidos con hijos fuertes y sanos. El sexto paso es para tener control de sí mismos y el séptimo  es para mantenerse unidos como compañeros agregando una dimensión espiritual a la unión.

Huracán , Dios del Fuego en la mitología maya

Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Ésta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo.
No había nada que estuvier en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, el Tepeu, el Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz. De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Llegó aquí  entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.

(Extracto de "Popol Vuh, las antiguas historias del Quiché". Fondo de Cultura Económica. México 1947)

El Mito de la creación nuestro Sol para los Aztecas

El sol y la luna.

Al primer sol, el sol de agua, se lo llevó la inundación. Todos los que en el mundo moraban se convirtieron en peces.
Al segundo sol lo devoraron los tigres.
Al tercero lo arrasó una lluvia de fuego, que incendió a las gentes.
Al cuarto sol, el sol del viento, lo borró la tempestad. Las personas se volvieron monos y por los montes se esparcieron.
Pensativos, los dioses se reunieron en Teotihuacán.
¿Quién se ocupará de traer el alba?
El Señor de los Caracoles, famoso por su fuerza y su hermosura, do un paso adelante.
Yo seré el sol – dijo
¿ Quén más?
Silencio.
Todos miraron al Pequeño Dios Purulento se retiraron a los cerros que ahora son las pirámides del sol y la luna. Allí, en ayunas meditaron.
Después los dioses juntaron leña, armaron una hoguera enorme y los llamaron.
El Pequeño Dios Purulento tomó impulso y se arrojó a las llamas.
En seguida emergió, incandescente,  en el cielo.
El  Señor de los Caracoles miró la fogata con el ceño fruncido. Avanzó, retrocedió, se detuvo. Dio un par de vueltas. Como no se decidía, tuvieron que empujarlo. Con mucha demorase alzó en el cielo. Los dioses, furiosos, lo abofetearon. Le golpearon la cara con un conejo, una y otra vez, hasta que le mataron el brillo. Así, el arrogante señor de los Caracoles se convirtió en la luna. Las manchas de la luna son las cicatrices de aquel castigo.
Pero el sol resplandeciente no se movía. El gavilán de obsidiana voló hacia el Pequeño Dios  Purulento:
¿Por qué no andás?
Y respondió el despreciado, el purulento, el  jorobado, el cojo:
Porque quiero la sangre y el reino.
Este quinto sol, el sol del movimiento, alumbró a los toltecas y alumbra a los aztecas. Tiene garras y se alimenta de corazones humanos.

( "Memorias del Fuego. Los Nacimientos" de Eduardo Galeano  quién toma como fuente : Los antiguos mexicanos, México, FCE 1977)

El Fuego para el pueblo Mapuche

Ngen-kütral  es el Espíritu Ngen guardián del Fuego para los Mapuches.  
Los Hombres de la Tierra ( Mapu: Tierra, Che: hombre en mapudungún)  indican que el fuego fue dejado por los espíritus creadores junto a un Ngen-kütral para su cuidado. Se le considera como dueño de casa que reside en el fogón de la Ruca (casa). Con un soplo, vuelve a prenderse dando calor y comida caliente para la familia.